jueves, 29 de diciembre de 2011

¡MI BEBÉ DIO SUS PRIMEROS PASITOS! ¿Y AHORA?



No es de un día para otro que los bebés empiezan a caminar. Antes de dar sus primeros pasitos, el bebé empezará primero a gatear o arrastrarse, luego se pondrá de pie, intentará mover las piernas agarrándose en los muebles, se caerá algunas veces, caminará con las puntas de los pies aferrado a vuestras manos, y cuando alcance el equilibrio que tanto necesita y desea, caminará libre y solo.


Los primeros pasos de un hijo es siempre un motivo de alegría en la familia. Eso indica que el bebé ha logrado subir un escalón más en su proceso de maduración motriz. Por otro lado, el hecho de que el bebé gane autonomía para desplazarse, abre la puerta a una serie de riesgos que pueden poner en peligro su seguridad y a su salud. Según las estadísticas se ha demostrado que el mayor número de accidentes en la infancia se produce cuando el niño empieza a caminar. Por esta razón, no es que yo quiera tirar un cubo de agua fría en vuestra celebración, pero es necesario que en esta nueva etapa consideren algunas medidas de precaución con el fin de prevenir los peligros a que estarán expuestos los pequeños.
1- No olvidéis que vuestro hijo tiene sólo entre los 11 y los 14 meses de edad, aproximadamente. Deben apoyarle, y al mismo tiempo, vigilarle.
2- Deben estar muy pendientes del bebé cuando él se desplace. Acordaros de que sus primeros movimientos suelen ser algo incontrolados y con poco equilibrio.
3- Elijan zapatos cómodos, ligeros, y que tengan suela que anti-resbalantes para el bebé.
4- Permitan que el bebé explore todos los rincones de la casa pero antes comprueben la seguridad de los cierres de los muebles, puertas, cajones, etc.
5- Eviten dejar sillas o escaleras al alcance del bebé.
6- Eviten que el bebé se golpee con las esquina de las mesas, colocando protectores en las esquinas.
7- Fijen las alfombras al suelo para que el bebé no se resbale.
8- Eviten, siempre que puedan, que el bebé se acerque a la cocina o que se pueda subir en sillas, armarios, etc.
9- No permitan que el bebé se quede solo en la bañera ni en las piscinas. El riesgo de ahogamiento existe.
10- Eviten dejar productos de limpieza, medicinas, al alcance del bebé, para evitar posibles intoxicaciones.
11- Eviten, sobretodo, que el bebé se caya. Una caída grave puede hacerle tener miedo a caminar y retroceder en su proceso de autonomía.
12- Motiven al bebé a que camine más y más. La práctica le dará más seguridad y por lo tanto más confianza en sus pasos.




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LOS NIÑOS TIENEN EL DERECHO DE CHUPARSE LOS DEDOS



La expresión ¡están para chuparse los dedos! no encaja para nada en el problema que arrastran muchos padres que desean quitar el mal hábito de chuparse los dedos a sus hijos. Es que el chuparse los dedos no siempre es una consecuencia de una buena y bien preparada comida, en un determinado momento. Algunos niños pueden chuparse los dedos durante años, y no porque sus dedos todavía puedan llevar restos de comida, sino por un simple hábito que adquirieron. Se sienten cómodos y aliviados al succionar sus dedos, pero sus padres se tiran de los pelos en la tentativa de frenar esta costumbre y evitar así males mayores.
Muchas son las razones que llevan los niños a chuparse los dedos. Algunos adquieren esta mala costumbre porque les fue negado el uso del chupete, otros por estímulos y sugerencias, y otros aún por una necesidad. Al succionar el pecho de su mamá o el biberón para alimentarse los bebés experimentan una sensación de calma y de tranquilidad, que muchas veces les hace relajar. Lo mismo pasa con el chupete y los dedos. Los bebés no son tontos, saben que el chuparse los dedos les ayuda a conciliar el sueño, y les alivia de algún malestar. Muchas también son las razones por las que los padres desean quitar este mal hábito a sus hijos. El chuparse los dedos puede crear problemas a la salud de los niños. Malformación de los dientes, infecciones en la boca, estómago e intestino, y una deformación en los dedos succionados. He tenido la difícil experiencia de acompañar a una familia que tenía este problema. Para acabar con ello, hay que vestirse de mucha decisión, paciencia y persistencia. No es una tarea nada fácil para los padres. Si es una piruleta, un caramelo, o incluso un muñeco que el niño chupa, es más fácil de quitarle, pero el dedo, ¿qué hacer para quitarlo? Es parte de su cuerpo, ¿cómo evitar que el niño lo lleve a la boca? Hay padres, desesperados por alcanzar a su objetivo, que no escatiman ideas y técnicas para que su hijo deje de chuparse los dedos. Frotan los dedos de sus hijos en sabores fuertes y desagradables como son el de la pimienta, el ajo, otros les pintan los dedos a sus hijos, les amenazan con castigos, y otros vigilan a su hijo y le dan un cachete en su mano cuando este se mete los dedos a la boca. Existen miles de prácticas además de estas, pero todas no suelen dar buenos resultados. Algunas incluso pueden empeorar el problema. Los expertos en el tema insisten que acciones como estas funcionan sólo como paliativo, y que la mayoría de las veces crean una situación traumática para los pequeños. Es normal que el bebé chupe dedo hasta los dos años de edad. El niño chupón debe dejar de serlo por voluntad propia y a partir de los dos años. Si el niño, de más de dos años, sigue con el hábito, lo hará para aliviar una situación de inseguridad y ansiedad. En este caso, el problema no está en su dedo, y sí en el lado emocional del niño. Si un padre somete su hijo a una situación de conflicto y de humillación pública, estará alargando el problema porque el niño se chupará los dedos con más insistencia, buscando sentirse más aliviado. Para hacer con que el niño deje de chuparse los dedos, los padres sólo deben considerar una alternativa. Deben tratar de aumentar la autoestima del niño. ¿Cómo? Pues haciendo con el niño se sienta más seguro, y que consiga controlar sus miedos, temores, y ansiedad, a través de juegos, de paseos, de los libros, de la música, y de otras actividades con las que el niño pueda sentirse bien.




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lunes, 12 de diciembre de 2011

Los bebés sin estrés tienen menos alergias


Los niños con bajas concentraciones de cortisol, la hormona relacionada con el estrés en la saliva, desarrollan menos alergias que otros menores. Así lo señala un estudio desarrollado por investigadores del Instituto Karolinska (Suecia), publicado este mes en Journal of Allergy and Clinical Immunology.


En las últimas décadas, la incidencia de las alergias en niños ha aumentado, sobre todo en Occidente. Una combinación de factores ambientales y de estilo de vida durante el embarazo y los primeros años de la infancia podría ser responsable del agudo aumento de las enfermedades alérgicas.


Según Fredrik Stenius, del Departamento de Investigación Clínica y Educación delStockholm South General Hospital, «los factores psicosociales y la hormona del estrés cortisol están asociados con las alergias. Nuestro estudio ha descubierto que los niños con niveles bajos de cortisol en la saliva tienen una menor prevalencia de alergias durante los primeros dos meses de vida, en comparación con otros niños», asevera.


Estos científicos habían descrito antes un vínculo entre una menor prevalencia de alergias en los escolares y el estilo de vida saludable. Según Stenius, «ahora han visto el mismo vínculo en niños de familias con estilo de vida saludable y aquellos con niveles relativamente bajos de cortisol». Los investigadores creen que factores relacionados con la regulación del estrés podrían influenciar también el desarrollo de alergias en los niños, por lo que ahora seguirán a los niños desde el periodo neonatal y hasta la infancia.

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Dormir cinco o menos horas al día casi duplica el riesgo de ser un adulto obeso


El 23% de la población española de más de 18 años tiene obesidad, enfermedad que está presente en el 35% de los mayores de 65 años. Junto a la disminución de la calidad de vida que comporta, aumenta también el riesgo de otras enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión arteria, etc.. Asimismo, la falta de horas de sueño es también una situación cada vez más frecuente en nuestra sociedad, y afecta ya a millones de personas en el mundo occidental. Según Javier Salvador, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), «en la última década se ha puesto en evidencia la existencia de una estrecha correlación entre dormir pocas horas y un mayor riesgo de ser obeso. Es por ello que para prevenir el desarrollo de obesidad en nuestra sociedad, así como para intentar que las personas obesas pierdan peso, junto a los obligados cambios del estilo de vida (alimentación y ejercicio), es necesario dormir al menos 7-8 horas diarias».


Numerosos estudios sugieren una estrecha relación entre las horas de sueño y la presencia de obesidad en niños, adultos y gente mayor. «Se ha constatado que los niños obesos duermen menos que aquellos niños que tienen normopeso», explica Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO). «En España, los niños duermen una media de menos de ocho horas al día, algo insuficiente y que, además, provoca otros hábitos perjudiciales con repercusión negativa en el incremento del peso corporal, como es no desayunar».


Al contrario, los niños que más duermen durante sus primeros 11 años de vida tienen un menor riesgo de ser obesos en la edad adulta, independientemente del sexo, las horas que pasan viendo la televisión, la situación socioeconómica de los padres, o la actividad física que realicen. Según Albert Lecube, de la SEEN, «actualmente se considera que en los niños, dormir 5 o menos horas casi duplica el riesgo de ser un adulto obeso».


Menos de 5 horas
«En relación a los adultos -explica Lecube-, en un estudio realizado en 68,183 mujeres adultas seguidas a lo largo de 16 años, aquellas que dormían 5 o menos horas no solo pesaban 2,5 kg más al inicio del estudio, sino que también ganaron una media de 4,3 Kg más en comparación con las que dormían 7 o más horas. No solo eso, sino que las mujeres con 5 o menos horas de sueño tuvieron un 32% más de posibilidades de ganar hasta 15 kg que las que dormían 7 o más horas a lo largo del estudio». Otros estudios muestran resultados similares también en los hombres y en gente mayor.


Junto a las horas de sueño, Casanueva añade que también es fundamental tener una buena calidad del sueño: «En España sufrimos una de las mayores contaminaciones lumínicas y de ruido del mundo, lo que también incide en el aumento del peso».


Falta de sueño y hormonas
La falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas que incitan al apetito, «y a la ingesta precisamente de alimentos ricos en grasa y azúcares», afirma Casanueva. Sin embargo, una sola hora de diferencia en la duración del sueño por sí sola es capaz de poner en marcha mecanismos que nos ayudarán a mantener nuestro peso. «Entre ellos -explica Salvador-, cabe destacar el papel de dos hormonas relacionadas con el apetito y que se modifican con las horas de sueño como son la leptina, que inhibe la sensación de hambre, y la ghrelina, que estimula el apetito». Así, a menor tiempo de sueño, las concentraciones de leptina disminuyen y aumentan las de ghrelina, o lo que es igual, cuanto menos dormimos más queremos comer.


Dormir al menos 8 horas diarias es una más de las actitudes que deben adoptarse para intentar conseguir y mantener un peso adecuado. En palabras de Lecube, «recientemente se ha comprobado por primera vez que un aumento en el número de horas de sueño modifica el peso corporal. En concreto, durante un periodo de 6 años, aumentar las horas de sueño de 6 o menos hasta 7-8 horas, se acompaña de un menor aumento del Índice de Masa Corporal y de una menor acumulación de grasa corporal».


Pandemia mundial
La obesidad afecta a 150 millones de adultos y 15 millones de niños en Europa, es decir, al 20% de la población adulta y al 10% de la población infantil de nuestro continente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se prevé que para el 2015 un total de 41 millones de personas fallecerán en el mundo de enfermedades crónicas a consecuencia de una alimentación inadecuada, consumo de tabaco y falta de actividad física. «Se trata de un problema de salud pública de primer orden, que se asocia a una gran comorbilidad y coste sociosanitario. Favorece la aparición de muchas enfermedades, siendo éstas más frecuentes que en las personas con peso normal», afirma el presidente de la SEEN. Así, diabetes, hipertensión arterial, hiperlipemia, colelitiasis y apnea del sueño aparecen 3 veces más en las personas con obesidad, mientras que la enfermedad coronaria, la artrosis y la gota se dan de dos a tres veces más.

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jueves, 1 de diciembre de 2011

Los niños y el ordenador


A pesar de los mitos, no hay nada malo con que tu hijo juegue con el ordenador o bien que mire algo de televisión. El problema es cuando pasa largas horas mirando las pantallas de estos dispositivos.


Hoy día es casi imposible pedirle a un niño que no se sienta interesado en ver TV o en usar el ordenador y es por eso que más que prohibirle hacer uso de estos aparatos lo mejor es enseñarles a usarlos correctamente. En el caso del ordenador, es difícil saber cual es el mejor momento para un primer acercamiento aunque se recomienda a que el niño tenga al menos 9 meses de edad pues para disfrutar de él primero deben desarrollar su visión completamente y esto no sucede sino hasta los seis meses.


También tendrán que sentarse por sus propios medios, algo que ocurre entre los seis y los ocho meses, y tener la suficiente capacidad de atención como para seguir las imágenes.
Si bien a los 9 meses, el bebé puede comenzar a disfrutar lo que sucede en la pantalla del ordenador lo mejor es esperar a que el niño muestre interés en el dispositivo. Es fácil advertir cuando siente interés pues sonreirá, intentará tocar las teclas, mirará la pantalla o estará atento cuando tú estás usando el ordenador.
Y cuando finalmente decidas que es momento de su primer contacto, comparte el momento con él y elige actividades e imágenes diseñadas para ellos.

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Como limpiar los dientes de los niños


A partir del año de vida, el pediatra recomendará que los niños comiencen a cepillarse los dientes. En un primer momento, sólo será para que incorporen el hábito aunque luego se transformará en parte de su higiene, a medida que come más alimentos.


La forma en al que debemos limpiar sus dientes es similar a la de los adultos aunque en lugar de usar pasta dentífrica sólo usaremos agua del grifo. A medida que el niño crece puede incorporarse una pasta dental infantil.


Habrá que utilizar un cepillo infantil pues sus cerdas son muy suaves y pasarlo por la superficie anterior y posterior de los dientes. También habrá que cepillar su lengua para eliminar las bacterias causantes del mal aliento.


Lo mejor será lavar sus dientes dos veces al día y desechar el cepillo cuando las cerdas comiencen a doblarse.

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Los niños pueden deprimirse


Aunque a los padres les parezca extraño, los niños también pueden deprimirse y sentirse angustiados. Una pérdida importante o un acontecimiento traumático pueden provocar un cambio en la conducta de un chico del mismo modo que en un adulto. Por eso, preste atención si observa que su hijo tiene ciertos cambios bruscos en su comportamiento, como dejar repentinamente de realizar las actividades que le eran placenteras, o si está desmotivado, con poca energía, triste, con irritabilidad, baja autoestima y culpabilidad.


Si percibe alguna de estas actitudes y están acompañadas por quejas de molestias físicas sin haber una causa o enfermedad, deberá acudir de inmediato a un especialista (psicólogo o psiquiatra infantil) para que realice una valoración y diagnóstico.


Para esto, debe incluirse una evaluación psicológica. A veces se trata solo de “bajones” que no revisten gravedad y se solucionan con mucho amor y el transcurrir del tiempo, pero más vale prevenir que curar.


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