miércoles, 22 de junio de 2011
SÓLO QUIERE ESTAR CON MAMÁ. LA ANGUSTIA DE SEPARACION EN LOS NIÑOS
“Mi niño no quiere separarse de mí en ningún momento…si me voy llora desconsoladamente…”
Existe una etapa en el desarrollo de la vida los niños que se caracteriza porque lloran cuando dejan de ver a sus madres o cuando ven personas desconocidas. Normalmente es una fase del desarrollo que aparece alrededor de los 8 meses y se llama “ansiedad de separación”, no es un problema pero es parte del desarrollo afectivo y social de todo infante. Los padres no deben preocuparse mucho, pero sí aprender a manejar esta etapa y brindarle la seguridad que necesita el niño. En algunos casos, los padres primerizos se angustien al no saber cómo calmar a su bebé y lleguen a transmitirle también su propia angustia, es aquí donde la situación merece seguir algunas recomendaciones por parte de un especialista.
Si bien es cierto la ansiedad de separación aparece a los 8 meses, puede aparecer luego, puede durar semanas o puede prolongarse hasta el año y medio del niño, luego esta ansiedad disminuirá coincidentemente con la etapa en que el niño empieza a caminar, a socializarse y ser más independiente, todo dependerá del temperamento menor y del manejo que tengan los padres.
¿Cómo se manifiesta? Lo que sucede normalmente es que el niño se muestra inquieto, inseguro, llora frecuentemente y más aún en las noches, quiere estar con la madre y ser abrazado, al ver que se aleja empezará a llorar nuevamente y hará todo lo necesario para llamar la atención y hacer que la madre no lo deje. Es, en realidad, algo muy difícil para el bebé, sentir que la persona que lo cuida, lo alimenta, lo ama y con quien tiene más apego, se aleja. Es cómo si una parte de él mismo desapareciera, por eso el temor y la angustia.
¿Por qué se presenta? Para entender este proceso, tengamos en cuenta que el bebé ha establecido un vínculo afectivo con la madre o persona que lo cuida; de acuerdo a su edad y nivel cognitivo, él piensa y siente que no ver a su madre significa que ya no existe, desaparece de su vista y de su mente. Para comprenderlo mejor, los bebés en los primeros meses, no tienen claro el concepto de “permanencia de objetos”, esto es, que un objeto existe a pesar de que no aparezca en su campo visual.
Lo ideal es que se le enseñe, empezando con los juguetes, que los objetos pueden desaparecer por un momento para luego volver a aparecer, que siguen existiendo a pesar de que no los pueda ver. En el caso de la relación madre-niño, esto es más intenso porque se ha establecido con la madre un apego único y especial, para los bebés las madres son como una prolongación de ellos mismos. Ya a partir del octavo mes pasará a una nueva etapa, su nivel de desarrollo es mayor, ya se sienta, se moviliza con mayor facilidad y destreza, es más independiente, su nivel de memoria también habrá mejorado, recordará más a las personas más significativas para él, sobre todo a la madre. Todos estos cambios son normales en el desarrollo de todo ser humano, pero adaptarse a ellos será difícil para los niños, frecuentemente se sentirán desprotegidos e inseguros; como se señaló anteriormente, todo dependerá del temperamento del niño, pues algunos son de por sí, temerosos, inquietos y otros más seguros; también dependerá del vínculo que establezcan los padres con el niño, el manejo que se tenga en estas situaciones. Los estudios señalan que si se establece un vínculo de afecto, seguridad y confianza entre padres e hijos, será más fácil que el niño se adapte a nuevas situaciones sociales, que se sienta seguro aunque esté lejos de los padres ya que estos sentimientos habrán sido transmitidos previamente y permitirán sentar las bases que todo niño necesita para su proceso de adaptación y el desarrollo de su personalidad.
En ocasiones la ansiedad de separación se presenta en edades mayores, hasta 2 o 3 años, en este caso, es probable que el niño presente problemas para ingresar al nido, los padres deben poner en práctica las recomendaciones de un especialista ya que posiblemente sea necesario reforzar el vínculo con el niño.
¿Qué hacer? Ahora que entendemos mejor la angustia de separación en los niños, pongamos en práctica algunas recomendaciones:
Es necesario que los padres brinden la seguridad y la confianza que el niño necesita para estar con otras personas, que se sienta seguro y entienda que la madre no lo abandonará, que regresará y estará con él. Si los padres se angustian por no saber qué hacer ante el llanto de su hijo las cosas empeorarán porque los niños absorben fácilmente emociones y sentimientos.
Tómelo con calma, es importante entender que será necesario que el niño se despegue algunas veces de usted, no transmita su temor o ansiedad al niño. Empiece realizando juegos con su bebé para que entienda que a pesar que él no la ve, usted sigue presente y regresa con él. La finalidad es que el niño se sienta confiado a pesar de que no la vea.
Alrededor de los seis meses usted puede empezar con el siguiente juego: Tápese con una manta o toalla, como jugando a las escondidas con su bebé, dígale “¿dónde está mamá? Y luego haga que la vea y dígale “aquí está mamá” o “ya regresó mamá”, abrácelo y disfrute de este momento.
Cuando empiece aparecer la angustia de separación en el niño, procure jugar con él a las escondidas, diríjase hacia otra habitación y desde allí háblele y hágalo sentir que usted sigue con él y que regresará. Luego debe aumentar los tiempos, dependiendo de las necesidades de su niño, lo importante es que se sienta seguro y que empiece a adaptarse a la separación con usted.
Procure realizar salidas como ir a comprar algo por breves minutos, previamente deberá decirle al niño que mamá saldrá un momento pero que regresará y estará con él, cuando usted regrese abrace al niño y dígale lo mucho que lo quiere, que usted cumplió lo que prometió y ahora está con él.
Bríndele más espacios para compartir con familiares, preséntele nuevas personas, haciéndolo sentir en confianza y que todo estará bien. Llévelo de paseo, la idea es que empiece a socializarse y que conozca nuevas personas, de esta manera no percibirá cambios bruscos en su desarrollo socio-emocional.
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