jueves, 29 de septiembre de 2011

Cuando un niño se separa de su mejor amigo


Los niños pequeños se adaptan muy fácilmente a las nuevas situaciones. Son muy flexibles, es cierto, pero eso no impide que se sientan sensiblemente afectados cuando un niño se separa de su mejor amigo.
Los niños tienen mucha facilidad para hacer amigos. Al compartir juegos, se estrechan las relaciones entre ellos, y muchas veces las amistades de la infancia quedan grabadas a fuego. Pero, ¿qué sucede cuando ese amiguito con el que jugaba a diario en el parque, en la guardería o su vecino, al que tanto adoraba, se va?


Por circunstancias de la vida, los padres tomamos decisiones que también afectan a nuestros hijos como es el cambio de escuela o de domicilio, provocando que pierdan amigos que pueden haber significado mucho para ellos.


De un día para otro, los amigos se alejan y dejan de verse. Esa pérdida, desde luego, tiene un impacto en la vida de los dos niños.


Cuando mi hija mayor tenía cinco años, hace dos, se separó de su mejor amigo. Se conocían desde que nacieron, vivían cerca el uno del otro, se veían con fecuencia y fueron grandes compañeros de juegos durante los primeros años de su vida.


Había complicidad, empatía, lealtad y un montón de experiencias compartidas. Un buen día, por circunstancias personales, sus padres decidieron irse a vivir a otro país. Lógicamente, el niño se fue con su familia y los pequeños dejaron de verse.


Mi hija sufrió muchísimo. Dicen que cuando un niño pequeño pierde a un amigo, sufre esta pérdida como un adulto que padece la muerte de un amigo cercano. Intentamos ayudarla a sobrellevar su dolor acompañándola y preparándola para su partida, y prometiéndole mantener el contacto con el niño después de que se marchara.


Pero aún así, aunque a veces lo quisiéramos, no podemos evitarles el dolor, y para mi hija fue la primera gran pérdida de su vida.




Reacciones del niño que pierde a su mejor amigo
El niño siente una gran tristeza ante la pérdida de su mejor amigo. Es uno de los mayores desapegos emocionales que puede vivir un niño, después del destete y de la separación de la madre.


Su amigo ya no está cuando va al cole, ni está en el parque como todas las tardes para jugar con él, ni está allí para compartir horas de juegos y risas. Es normal que el niño se sienta triste, desanimado, confundido, irritable. Incluso a veces puede volverse agresivo, rebelde, perder el apetito o tener alteraciones en el sueño.


Cuando son un poco mayores, es normal que piense que nunca volverán a encontrar a un nuevo amigo ni volverán a pasárselo tan bien con alguien.


Otra reacción posible y habitual es el enojo. Se siente enojado por algo que no ha podido controlar. Por decisión de otros, en este caso sus padres, el niño se ha tenido que marchar a otra ciudad o a otro país.


El enfado es un sentimiento que acompaña habitualmente a la tristeza. Se siente impotente ante la pérdida de una persona que significó mucho para él y con quien ha tenido un vínculo cercano durante algún tiempo de su vida.

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